Friday, November 12, 2004

Don "Chepo"

Don "Chepo" -como lo llamaba Licho, su mejor amigo QEPD- es un hombre de 83 años, de naríz ligeramente aguileña y profundos ojos color miel -que nunca miran a su interlocutor cuando le hablan-, labios tan delgados que parecen apenas dos "rayitas" y cara muy afilada. Siempre sonríe cuando una cámara le apunta para "dispararle" una fotografía.
Sus brazos cubiertos de bellos tienen una agradable sensación al acariciarlos, sus manos son pequeñas y regordetas y contrastan con la delgadéz de sus empeines.
Es cordial y elocuente en su trato, sobre todo cuando de hablar de historia se trata. Aunque su memoria parece irse extraviando de pronto por -todavía- pequeños lapsos, domina como nadie el tema, sea del país que sea y de México...ni hablar! es del que más.
Hiriente cuando quiere ofender, grosero y gritón, imprudente, le pide a su mjer hasta el salero que tiene enfrente.
De ideas de derecha, siempre muy coherente con ellas. El judaísmo y la masonería lo indignan, tanto como el comunismo que maquiavélicamente están tratando de extender para dominar al mundo.
Espontáneo para recitar unos versos a media comida, que a su mujer le aburren de tantas y tantas veces que los ha oído y a mí -que soy su hija- cada vez más, me embelesan.
No hay mejor cosa que disfrutar de un buen "tintorro" y una buena comida en su compañía, que gracias a su buen comer cada platillo resulta un placer y cada sorbo, un deleite.
Hace siete meses sufrió una arteriosclerosis que afortunadamente le fue atendida a tiempo y por muy buenos médicos. El susto, sin embargo, no nos lo quitó ni dios padre, claro está!, pero gracias a él, el susto pasó dejando una receta de cuatro medicinas a tomar diariamente.
No sé si es el miedo a morir o el amor a la vida..., la verdad no lo sé, pero a partir de ahí todo parece darle mucho miedo.
He pensado también que quizás ahora necesite de más atención -como los niños- y que el miedo le hace agarrarse de la sangre que ha brotado de su naríz, que aunque sea un goteo menor -según mi madre- para él ahora todo es preocupante. No lo sé... y yo más que nadie -me atrevo a decir- deseo que nos dure todavía un "mucho más".
Me duele ese apego temeroso que se le puede tener a la vida, quizás porque no me gustaría en ningún momento sentirlo, ni siquiera ahora... ni nunca.
En fín, puede ser que sea el amor o su aferre a la vida, ojalá sean las dos cosas en un muy buen sentido porque pese a mis 36 todavía no me veo la pinta de los nietos y verle a él con mis hijos sería el mejor regalo del mundo, pues para mí Don "Chepo" ha sido -y es- los ojos a través de los que aún me sigo reconociendo y descubriendo el mundo.
Igual que a través de su telescopio nos emocionábamos al ver los anillos de Saturno, las lunas de Júpiter, los cráteres de la Luna o la alineación de los planetas... igual ahora, me emociona saber de la presencia de mi padre y de que puedo seguir disfrutando de su compañía -con todo y que a veces, yo también me desespere-.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home